Comentario
Actualmente y desde hace muchos siglos conviven en el Japón dos religiones principales: el sintoísmo y el budismo. Ambas han coexistido e influido recíprocamente durante los últimos quince siglos. El primer culto es originario del Japón, mientras que el budismo nipón es una rama concreta del budismo a nivel mundial.
En términos generales, el pensamiento religioso japonés está presidido por el deseo de integrar todas las partes de forma armónica. Al contrario que en el mundo occidental, para el japonés las distintas religiones no son opciones exclusivas. Una misma persona puede venerar a dioses de diferente religión, sin que ello signifique caer en una contradicción. Es habitual que el individuo creyente realice una ofrenda en su altar sinto antes de abandonar su casa y después rece una oración en el templo budista del barrio. Además, también existen recintos religiosos que contienen imágenes de divinidades de religiones distintas, siendo lo más habitual la mezcla de deidades budistas y sintoístas. Incluso, un sacerdote de una religión concreta puede llegar a oficiar ceremonias de otro culto, una mezcolanza que aparece también reflejada en la iconografía, en la que se combinan elementos de distintas religiones.
El espíritu japonés busca la armonía de las cosas, y por tanto también de las creencias. Se busca no diferenciar, no hacer de menos, integrar elementos de procedencias diversas que pueden resultar válidos, sin cuestionar su origen, su ortodoxia o su procedencia. Para la cultura japonesa, así como en la Naturaleza coexisten multitud de elementos diversos, integrados en un todo armónico e indivisible, así las religiones han de coexistir, pues la falta de uno de estos elementos rompería el equilibrio y conllevaría el caos.